Castell de Falgons
Rodeando el estanque en dirección a Porqueres se toma la carretera GI-524 que enlaza Banyoles con Mieres y Santa Pau. Al cabo de 10 km., en el término municipal de Sant Miquel de Campmajor, justo delante de la escuela, veremos un camino a la izquierda en dirección a Falgons. El castillo está situado a la izquierda, a pie de carretera, a unos 4km. del desvío.
Fue la sede del linaje de los Cartellà, estirpe que la leyenda hace remontar hasta el tiempo de Carlomagno y que también los vincula con la fundación del Collell. De hecho no aparecen en los documentos hasta el 985, año en que Guillem de Cartellà participa con Oliva Cabreta, conde de Besalú, en la reconquista de Barcelona por el conde Borrell.
De toda la estirpe lo más ilustre fue Guillem Galceran II, el conde Despertaferro, (1230-1309) del que Ramon Muntaner habla como “uno de los mejores caballeros que hubo en España y sus proezas las citan los libros como las de Lançalot del Lago”. Cuenta que hasta los setenta años trajo armas y Dios le hizo la gracia de morir, a los 80 años, entre los suyos en Hostoles, en el mismo cuarto donde nació. Sin embargo, se sabe que pasó los últimos años de su vida en Falgons, con su hija Ermesenda.
La construcción es del siglo XIII. Es un edificio de planta cuadrangular, con cuatro torres de refuerzo que salen de los ángulos y patio central. Encima de la puerta de entrada está el escudo de los Cartellà con la leyenda “Ave Maria, Gratia Plena, Dominus Tecum” divisa concedida por Carlomagno al linaje de los Cartellà.
Entrando en el patio, a la izquierda, encontramos una gran sala que había sido la corte de las vacas, actualmente es un pequeño museo de herramientas y vasijas de diferentes épocas, todas relacionadas con la vida rural. Lo interesante de esta sala es el trabajo de restauración arquitectónica realizado. Se han repicado las paredes para recuperar la piedra original (arenosa y travertino) respetando la forma inicial que tenía (arco de punto redondo).
A principios del siglo XVIII se construyó una capilla dedicada a San Antonio Abad a la que se iba en procesión dos veces al año, y que tenía acceso desde el patio. También se accedía a las caballerizas ya las dependencias de la servidumbre.
Una escalera de piedra lleva al piso superior, donde se pueden observar las grandes salas de esta fortaleza medieval. Estas estancias están decoradas con armaduras y otros objetos de tipo caballeresco. Las puertas y ventanales datan de los siglos XV y XVI.
La sala principal tiene una altura de dos pisos y en la parte superior, una galería con balcón, rodea la sala por tres de los cuatro lados. En uno de los lados (el de más profundidad) se puede ver lo que había sido el lecho del barón. Desde aquí, por una escalera lateral, se puede subir a una de las torres desde la que se contempla una vista general de lo que queda de la única torre original que se conserva y, también, de todo el Valle de Sant Miguel.